Carta al directorAmbiente malpraxógeno por falta de insumos durante la pandemia por COVID-19 en América Latina

Señor director:

Tras el inicio de la pandemia por el COVID-19, se ha generado un cambio radical en los centros hospitalarios a nivel mundial. Esto, no sólo en relación a los nuevos protocolos establecidos para la atención de pacientes, sino además por el temor generado en los personales de salud de ser víctimas del ambiente malpraxógeno. Conviene puntualizar que el ambiente malpraxógeno se refiere a una situación habitualmente generada en los recintos hospitalarios donde el médico se encuentra sometido al riesgo de una demanda por mala praxis, no necesariamente por la praxis en sí, sino por el déficit de insumo médico o por falta de infraestructura, lo cual no permite un buen desempeño1.

En la región de las Américas, el promedio de gasto público en salud (GPS) representa apenas un valor del 4 % del producto interno bruto2. La llegada del COVID-19 ha exteriorizado las carencias de las instituciones sanitarias y ha puesto en jaque la labor del médico, pues ante cualquier circunstancia, éste podrá ser acusado de haber realizado una mala praxis médica, cuando, en realidad, la causa radica en el colapso del sistema sanitario y la pauperización de sus condiciones de trabajo.

Se conoce que, a nivel mundial se han registrado altas tasas de infección en profesionales de salud3, debido a la exposición prolongada a un gran número de pacientes infectados4. Enfrentar entonces un problema de salud pública de tal magnitud, en un escenario de limitados recursos económicos como es el caso de las Américas, compromete el correcto desempeño de médicos y enfermeros. Esto se evidencia al ser el continente americano el de mayor cantidad de trabajadores de la salud infectados, donde hasta el mes de setiembre se habían infectado ya cerca de 570 000 trabajadores de la salud y 2 500 habían fallecido por esta causa5.

Entonces, conviene analizar en este punto: ¿Hasta dónde llega la obligación del médico de tratar a los pacientes durante una pandemia donde siquiera posee garantía de bioseguridad? Esta pregunta a lo mejor podría ser respondida sin cavilación basándose en el argumento de que la medicina es una profesión humanitaria y que los profesionales de la salud tienen la obligación moral de asistir a los enfermos aún en situaciones de “desastre” y se enfatiza en que éste debe persistir en esa labor incluso ante riesgos mayores de los usuales para su seguridad, su salud y su vida. Sin embargo, para los personales de blanco enfrentar al SARS CoV-2, no resulta tan sencillo.

No se puede jugar a la suerte enviando médicos al “campo de batalla” sin las más mínimas condiciones, porque no hay nada más desestabilizador que la enfermedad de los propios facultativos; pues, a medida que deban abandonar sus funciones a causa de la enfermedad, se va incrementando la escasez de recursos humanos capacitados en los momentos donde más se requieren.

Ejercer la profesión durante este tiempo es sin duda un gran desafío, y más resistiendo las condiciones de escases que conllevan al riesgo de recibir en cualquier momento una demanda por mala praxis médica o la infección del propio personal. Se debe tener en cuenta que, todos los profesionales de la salud podrán ser héroes de esta pandemia, pero no deben ser mártires bajo ninguna circunstancia.

Notas al pie:
  • Los autores declaran que no recibieron financiación para el desarrollo de la presente carta.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Historial:
  • » Recibido: 18/10/2020
  • » Aceptado: 26/10/2020
  • » Publicado : 01/07/2021

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